El análisis de la manufactura del Buda Dainichi Nyorai efectuado por el Laboratorio de Escultura y Monumentos y la Unidad de Documentación Visual del Centro Nacional de Conservación y Restauración y el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, permitió relevar el oficio de transformar la materia en símbolo, e inscribir la pieza en la tradición artística y religiosa japonesa.
Desde 1950 existe en ese país la categoría "tesoros nacionales vivos", atribuida a artistas, talleres o escuelas que cultivan las técnicas antiguas de manufactura y el uso de materiales tradicionales. La intervención de Buda Dainchi Nyorai rescató y puso en valor este saber hacer.
La figura y sus bases fueron confeccionadas con madera de conífera, preparación arcillosa, papel, laca negra, pan de oro y pigmentos. Para los accesorios de metal se empleó cobre dorado, con cuentas de piedra y vidrio coloreado.
El soporte es de una elaboración compleja: cada elemento se construyó con numerosos bloques de madera adheridos. En los hombros del Buda se aplicó el ensamble cola de milano o arihozo; y en las muñecas se usó entarugado como refuerzo.
Entre las otras técnicas destacan el lacado y el dorado a la hoja.
La laca utilizada en Japón es una resina vegetal que se extrae del árbol Rhus vernicifera, y se somete a numerosas etapas de filtración y decantación antes de ser usada. Puede emplearse sobre soportes de metal, madera, cerámica, papel.
El proceso de lacado se llama urushi. Para el lacado sobre madera, el soporte se prepara con arcilla para obturar los poros y dejar la superficie lisa. Sobre esta base, se aplican numerosas capas muy delgadas de laca, cada una lijada con piedra después de su secado.
La técnica de dorado a la hoja sobre laca se llama shippaku. Se prepara la superficie lacada puliéndola, y se aplica una capa de laca mordiente. El pan de oro se adhiere sobre la laca, el tiempo de secado puede ir de unos días hasta semanas. Una vez seco, como protección, se pasa otra capa de laca.