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Centro Nacional de Conservación y Restauración premia historias breves patrimoniales con enfoque de género

Autores ganadores provienen de las regiones de Valparaíso, Metropolitana y Los Ríos

Centro Nacional de Conservación y Restauración premia historias breves patrimoniales con enfoque de género

Publicado el 10/12/2021
Afiche Microrrelatos en conserva
Afiche Microrrelatos en conserva (Archivo CNCR, 2021).
En el marco de las actividades del 39 aniversario del CNCR, se realizó el segundo certamen “Microrrelatos en conserva”, convocándose a la comunidad creativa del país a presentar sus textos. De este modo, se buscó fomentar la participación igualitaria entre mujeres y hombres, eliminar los estereotipos y roles de género, y visibilizar el papel activo de la mujer hacia la preservación del patrimonio. Los ganadores serán contactados por el Comité Organizador.

Tras una exhaustiva revisión de los formatos de los textos, el mérito narrativo planteado y el enfoque de género presente en los contenidos, el Jurado de la segunda versión de “Microrrelatos en conserva”, organizado por el Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR); determinó a los ganadores y mención honrosa de la convocatoria 2021 que se enmarcó en el aniversario 39 de la institución que tiene por misión contribuir a la protección, recuperación y valoración del patrimonio, mediante acciones de documentación, investigación, conservación-restauración y transferencia de conocimientos entre instituciones y personas.

El certamen se orientó a la comunidad creativa yen general a toda la ciudadanía, impulsado por el Núcleo de Género del CNCR, siendo difundido por medio de una convocatoria abierta en el sitio web institucional. El propósito narrativo se fundamentó en conservar y restaurar el patrimonio, a partir de textos breves, “desde una perspectiva de género, para fomentar la participación igualitaria entre mujeres y hombres, eliminar estereotipos y roles de género, visibilizar el papel activo de la mujer en el área de la preservación del patrimonio, entre otros”, indican las bases.

 

Ganadores y mención honrosa

El Comité Organizador, en las últimas horas, formalizó los tres primeros lugares y una mención honrosa, luego de la resolución y determinación del Jurado que tuvo la responsabilidad de leer las nano historias que llegaron desde diversos territorios del país a “Microrrelatos en conserva”. Al respecto, los ganadores serán contactados para informarles de los felices resultados del concurso literario que relevó la reflexión acerca de la conservación de bienes culturales, desde el enfoque de género, siguiendo a los parámetros evaluados de ortografía, redacción y coherencia, manejo de ficción y lenguaje literario, creatividad y originalidad.

El Jurado estuvo integrado por: María José Cuello, Área de Mediación, Museo Nacional de Bellas Artes; Irene de la Jara, encargada Área Educativa, Subdirección Nacional de Museos; Gabriel Díaz Morales, director regional (s) Región Metropolitana, Servicio Nacional del Patrimonio Cultural; Javiera Gutiérrez, encargada Biblioteca; Isolina Barraza Estay, Museo Gabriela Mistral de Vicuña; Ruth Simeone, encargada Regional de Patrimonio Inmaterial de Magallanes y  Viviana Hervé, jefa del Centro de Información y Biblioteca Especializada Guillermo Joiko (CIBE) y asistente editorial de la revista Conserva, CNCR.

Acerca de los premios, el primero obtuvo un diploma de distinción, un set de publicaciones del Servicio Nacional del Patrimonio, un set de revistas Conserva y un tazón CNCR; el segundo, un diploma de distinción, un set de publicaciones del Serpat, un ejemplar de la última edición de la revista Conserva y un tazón CNCR; y el tercero, un diploma de distinción, un ejemplar de la última edición de la revista Conserva y un tazón CNCR.

 

Microrrelatos que abren imaginarios, memorias y existencias

A continuación, se comparten con la comunidad, las micronarrativas premiadas:

 

Primer Lugar. Amárrate el pelo. Rocío González Oyarce. Región de Valparaíso.

No suelo pensar en la vida de los cuerpos que se extienden en mi mesa, restos momificados que debo analizar. Pero un día, no pude evitar fijarme en el cabello de uno de ellos, pues algunas de sus trenzas caían desarmadas sobre sus hombros, tal vez por culpa de quién lo sacó después de muchos años enterrada en su pueblo natal, y no pude sino pensar que - alguna vez- su mamá también le hubiese dicho que se amarrara bien el pelo y se lo quitara de los ojos para poder mirar.

 

Segundo Lugar. DD. DD. Kristel Farías Neira. Región Metropolitana.

Mi nombre de mujer está escrito en relieve sobre un adoquín, en un memorial y en una foto en blanco y negro que pregunta dónde estoy. Mi nombre está en el de mi hija, en la pena de mi madre, de mi compañero y mis amigos. Lo escribí yo misma en prisiones que eran casas y hoy son oficinas y escuelas. Mi nombre está en el viento, en el agua, en la boca de este país. Estoy en los que luchan por nombrarme, por encontrarme, aunque yo esté en todos lados, menos en una tumba con mi nombre.

 

Tercer Lugar. Taller de memoria de apoyo mutuo ferroviario. Carolina Paredes Gómez. Región de Valparaíso.

Le pasé la brocha, la escaneé, se escurrió por el cable al proyector y se derramó en el muro del salón. En medio del silencio, una polifonía de voces cantó: eso es afuera del Taller de Frenos. Mira, ahí está el hermano Navarro. Parece que fue uno de los viernes sociales o la olla del mes. Entonces estábamos pasados a pescado frito, pescado con letras. Se reconstruía un tiempo pasado que, yo, estaba recién imaginando, como un futuro posible, protegido en un sobre de papel libre de ácido.

 

Mención honrosa. Un vaticinio. Tamara Ocampo Ortega. Región de los Ríos.

Después de mucho preguntar por los negativos de Chalo Carrasco, nos dijeron que podrían estar en el subterráneo de una casa. Decidimos ir esa misma mañana. Eran tres cajas enormes, llenas de negativos. Pablo las trajo a la casa en carretilla. Tomé un negativo al azar. Era la imagen de una mujer de los años 20, de pie, desnuda en un puente. Qué corta la mañana, ya era hora de ir a buscar a Salvador al colegio. En el camino, de la nada, me dijo: - Mamá, me siento como afortunado.